lunes, 12 de marzo de 2018

diosas aladas ibéricas




En la iconografía de la cerámica ibérica de la Alcudia de Elche (siglos III, II y I a.C.) aparecen temas de carácter simbólico y narrativo, que generalmente expresan el surgimiento de la vida asociada a la representación de una divinidad femenina que se muestra bien como efigie o bien como rostro que brota de la tierra.

En la primera imagen pequeña, la diosa, representada frontalmente, extiende sus manos a las riendas de dos yeguas aladas, divinas. Es la representación de al subida a la faz de la tierra, a la vida. Asciende conduciendo su biga sagrada con una indumentaria similar a las conocidas de los aurigas griegos, una túnica de mangas cortas sujeta por un cíngulo bajo el pecho.

En la segunda, se representa el busto de la diosa alada con unas palmas ceremoniales en sus manos. La palmera es el árbol de la vida del antiguo mundo mediterráneo. Permitía la comunicación entre el mundo de los muertos y la eternidad, pues hundía sus raíces en los infiernos para lanzar sus palmas al cielo. Era el único árbol entonces conocido que tenía dos sexos. Fue la personificación del principio de la fecundación. Zeus usó el método de fecundación de la palmera: derramó sobre Danae un lluvia de oro, el polen, que, al penetrar por las estrechas grietas de la superficie terrestre, la embarazó. La palmera ha sido considerada desde la Antigüedad un símbolo de victoria.


La tercera, dibujada en el cuello de un enocoe, representa a la diosa alada junto a una paloma y una serpiente, como dominadora de los medios celestes y de los infernales. Soporta la compensación de fuerzas opuestas, es la señora de la vida y de la muerte. Estas dos figuraciones de la divinidad suponen la expresión de una teofanía antropomórfica asociada a sus atributos animales.

La cuarta, de la ornamentación del "Vaso de Tanit", se muestra a la diosa alada en posición frontal, pero con la cabeza de perfil, asociada a rosetas y vinculada a una vegetación
extraordinaria. Viste una túnica acampanada, similar a las de las terracotas púnicas representativas de esta divinidad. Se situa sobre el friso que delimita la parte baja de la escena, sobre el piso de la tierra, pero carece de pies porque aquellos están todavía en el mundo inferior: la diosa brota del seno de la tierra y trae con ella la renovación vegetal como expresión de la obtención de cosechas.

Los iberos. Imágenes y mitos de iberia, de Rafael Ramos. Editorial Almuzarra 2017.

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